Por: Héctor Fouce
Los europeos miramos con cierto desdén a
los Estados Unidos porque apenas tienen historia que contar. Sin
embargo, hemos de reconocer que son especialistas en crear y consolidar
tradiciones y en jugar con los símbolos.
La graduación en el instituto es uno de
los primeros ritos de paso en la vida de un joven. Una de las fotos que
en algún momento se expondrán en las partes más públicas de la casa. Con
la graduación, empieza la vida adulta: uno de va de casa y, si tienes
el dinero necesario, empieza ese extraño paréntesis entre la vida
infantil y la adultez que es aquí la experiencia del college.
He tenido la oportunidad de acudir al
menos a 11 graduaciones, pero me contenté con ver una, la de Fossil
Ridge, uno de los institutos del próspero y conservador sur de Fort
Collins. La graduación de cada año es también una forma en la que cada
instituto visibiliza su identidad y sus logros. En el inmenso pabellón
deportivo de la universidad, bastante lleno, la orquesta y el coro del
instituto pusieron la banda sonora, junto con algunos grupos de
estudiantes. Los discursos enfatizaron los logros de esta promoción no
sólo a nivel académico, sino también en deportes, artes y participación
comunitaria. Como contaré en otro post, aquí se espera que los
estudiantes no se limiten a aprenderse las lecciones: hay que ser un
hombre o una mujer un tanto renacentista, cultivar diversas facetas,
hacer curriculum para tener algo que contar al rellenar la solicitud
para la universidad.
Los americanos son expertos en conjugar
lo ceremonioso con lo eficaz. Doscientos diplomas entregados, cada uno
con su correspondiente foto, sus discursos, sus actos musicales, en
apenas hora y media. Todo perfectamente orquestado. Filas levantándose y
sentándose en perfecta coordinación, los miembros del Board dedicando
15 segundos a entregar a cada estudiante su diploma y posar para la
cámara.
La presidenta de la asociación de
alumnos dijo estar encantada de pertenecer a una promoción de chicos y
chicas tan estudiosossss, tan exitososss y tan guaposssss. La directora
celebró sonoramente a los cuatro estudiantes que, en lugar de ir a la
universidad, irán a una academia militar. Sonaron el himno nacional y Pompa y circunstancia.
No hubo salidas de tono, ruidos, sorpresas. Todo muy formal, muy
contenido. El día anterior, la graduación de Poudre Secondary School
terminó entre petardos, confetti y globos, un pelín desmadrada. La
graduación sirve también para que cada instituto reivindique su hecho
diferencial.
Podeis ver todas las fotos de la graduación, cortesía de The Coloradoan y sus anunciantes, aquí
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